NO SE HAGAN LOS PINGOS CON LAS BECAS BICENTENARIO


Por Pacho Centeno


Dos veces en mi vida he utilizado la expresión “¿usted no sabe quién soy yo?”; la primera fue cuando en 2007, siendo concejal de Bucaramanga, intenté entrar a un evento público del entonces candidato a la Gobernación, Didier Tavera Amado, en la terraza del Sanandresito La Rosita, para escuchar sus propuestas, pues aún no había decidido a quien apoyar en esas elecciones que ganó Horacio Serpa Uribe. El policía que me requisó a la entrada seguramente estaba enfadado con algo o con alguien y se desquitó conmigo rayándome la pierna derecha con la punta de la llave de la motocicleta que tenía por ese entonces. El policía metió la mano en mis bolsillos, cogió la llave y la rastrilló con fuerza sobre mi piel a través de la tela del bolsillo, ocasionándome una herida. El incidente no pasó a mayores, pues el Mayor de la Policía de Bucaramanga se disculpó conmigo en la plenaria del Concejo ante mi denuncia. Como era de esperarse no apoyé a Tavera aquella vez, pues pensé que si así lo trataban a uno en campaña, cómo sería en el gobierno. Así que apoyé a Horacio Serpa Uribe, quien ganó. 

La segunda vez fue el mes pasado cuando fui a visitar a Maylin Tatiana Jaramillo, “la millenial” que dirige la Secretaría de Cultura y Turismo de Santander, para indagar por la suerte de las Becas Bicentenario, cuya creación gestioné en el gobierno de Serpa en el año 2010. ¿Usted no sabe quién soy yo?, le dije a Maylin, y ella, mirándome con cara de esta cara no la he visto en mi Facebook me dijo: “no”. Y no la culpo. La mayoría de secretarios de cultura y turismo de Santander no tienen idea quiénes hacemos y hemos hecho la cultura en nuestro departamento; para ellos solo somos un dato estadístico impreciso que demanda un presupuesto preciso ordenado por la ley y las ordenanzas, pero al que se le puede “mamar gallo”, como diría nuestro querido Gabo. Así que le conté, grosso modo, algunas de las cositas que he hecho en los últimos 30 años como artista y gestor cultural, y noté en su semblante cierta preocupación al darse cuenta de que mi presencia en su “despacho” iba a superar los diez minutos asignados para la cita, y que no le iba a ser tan fácil “despacharme” tan rápido para atender otros asuntos más importantes. De entrada supe que era una “millenial”, porque calzaba una especie de sandalias de esas que usan las mujeres para levantarse o andar por la casa, no estaba rigurosamente maquillada ni peinada como acostumbraban hacerlo las funcionarias públicas de antes, y se movía entre los escritorios de sus subalternos como uno más. Si no me dicen que era la jefe, la habría confundido con una patinadora de documentos.

Para los que no lo sepan, las Becas Bicentenario es la denominación que le pusimos con Horacio Serpa en 2010 al Programa Departamental de Estímulos para la Creación y Producción Artística en Santander, y que quedara consignado como un mandato de obligatorio cumplimiento para todos los siguientes gobernadores, a través de la Ordenanza 047 del 28 de diciembre de ese año. Pero tanto el anterior gobernador, Richard Aguilar, como el actual, Didier Tavera, se han hecho "los pingos" con su cumplimiento. Las Becas otorgan a los artistas del departamento un estímulo económico para crear y producir obras nuevas en las diferentes áreas artísticas: música, teatro, danza, artes plásticas, artes audiovisuales y literatura, estímulo que se asigna por un jurado nacional de altas calidades, mediante un concurso público de proyectos , como lo ordena la Ordenanza.


La Ordenanza también ordena –porque para eso son las Ordenanzas–, en el parágrafo primero del artículo primero, que se deben “convocar cada año”, pero Richard Aguilar las convocó año por medio, y Didier Tavera, quien este año va de salida, sólo ha hecho una convocatoria de las cuatro que le ordena la Ordenanza, la del 2017.

Yo se lo reclamé a Maylin, y me respondió con esa tranquilidad sorprendente que tienen “los millenials” frente a los temas importantes: “el primer año no se hizo porque no había presupuesto y el tercero tampoco por la misma razón, pero este año salen”.

¡Cómo no va haber presupuesto si la Ordenanza ordena en el artículo segundo que debe haberlo!, al rezar: “El Gobierno Departamental implementará las acciones requeridas para el cumplimiento de la presente ordenanza y realizará las asignaciones presupuestales necesarias que garanticen la financiación y realización de las Becas…”. Y lo reafirma en el parágrafo del mencionado artículo al decir: se debe “crear el código presupuestal respectivo en cada anualidad…”.

Hasta el más neófito lector se daría cuenta de que la Ordenanza no da lugar a equívocos ni a otras interpretaciones, menos cuando tuve la oportunidad de redactar su contenido, previendo el bajo nivel de interpretación lectora de quienes suelen gobernarnos. “Es que las vamos a sacar este año con doble presupuesto”, intentó defenderse Maylin ante mi reclamación. Pero la Ordenanza no dice en ninguno de sus acápites, que si un año no se sacan al año siguiente se deben sacar dobles. La ordenanza dice, implícitamente, que si en un año no se convocan, el Gobierno Departamental está incumpliendo el mandato de la Ordenanza, lo que constituye una falta grave a la función pública, así de sencillo.



Cuando en 2010, año en que se cumplieron 200 años del Grito de la Independencia, el gobernador Horacio Serpa quiso conmemorar la histórica fecha con altura, considerando, como muchos, que en la Independencia de Colombia, Santander había sido primero. Así que me llamó y me pidió que le diseñara, organizara y coordinara la celebración. ¡Vaya tarea! Entonces pensé que un acontecimiento como éste no podía ser simplemente una fiestilla pasajera y nada más; que de esa celebración histórica debía quedar algo significativo para la misma historia, pero especialmente para la cultura y los artistas; y le dije: "Gobernador, después de 200 años lo único que nos queda es la memoria y la cultura, así que centremos la celebración en estos dos aspectos"; y le propuse que creáramos las Becas Bicentenario para los artistas santandereanos y nos tomáramos El Socorro, lugar donde se promulgó la primer acta de independencia en nuestro país, con el estreno de más de 30 obras nuevas en todas las artes, además de otras actividades, como desfiles conmemorativos y ese gran concierto que hicimos, donde participaron artistas de la talla de Piero, Jorge Veloza, el Cholo Valderrama, María Mulata, La Mojarra Eléctrica, entre otros.

No tuve que esforzarme mucho para convencerlo, porque Serpa es de esos políticos de antes que poco usan Wikipedia, pues se conocen al dedillo la historia de Colombia, y aceptó. Lo difícil fue convencer a su Secretario de Desarrollo, quien manejaba el tema de cultura para la época, para que nos hiciera caso  con la idea, pero ese es tema de otra crónica que hará parte de mi próximo libro: “30 años de cuentos”. 


Lo cierto es que con Serpa coincidimos en que los estímulos que se otorgaran a los artistas a través de las Becas Bicentenario, no deberían tener ningún tipo de descuento, impuesto o estampilla por parte del gobierno; primero, porque sería oprobioso con los artistas que siempre hemos sido dejados de último en las consideraciones del gobierno; y segundo, porque a quién se le ocurre ponerle impuestos a un “premio” ganado en franca lid. Pues se le ocurrió al gobernador Richard Aguilar en 2015, quien, a través de la Reforma Tributaria de ese año, le impuso a las Becas Bicentenario todas las estampillas y descuentos habidos y por haber; y como si escribir un libro fuera una actividad similar a construir  una carretera, les clavó el 24% de descuentos, casi una cuarta parte del premio. ¡Qué horror!

En la última convocatoria realizada en 2017, los artistas ganadores reclamamos por la injusticia, pero no con la vehemencia de “Los Comuneros” de 1781, sino con la sumisión de los que aceptaron que de un “Gran Santander” sacaran dos santanderes chiquitos después de la Guerra de los Mil Días. Pero a Maylin no pareció importarle el reclamo, pues no le alcanzó todo el 2018, y lo que va del 2019, para enmendar el yerro y la injusticia, y este año, si cumple la promesa de sacar la convocatoria, a los artistas ganadores de las Becas Bicentenario 2019 también les harán el zarpazo del 24% de su "premio".

Pero volviendo a la reunión con Maylin, en ese momento su secretaria hizo pasar al “despacho” a los que seguían en turno de atención, y ahora si me sentí “despachado” por la joven ingeniera industrial de la Universidad Pontificia Bolivariana, yéndome para la casa con su millenial promesa.


Por estos días me ilusioné al ver el lanzamiento con bombos y platillos del “Festival de la Santandereanidad 2019”, en donde el Gobernador “refunda” a Santander con retoques a la bandera y al escudo, reordena el territorio con una nueva provincia y otras denominaciones –como si eso sirviera para algo– y programa actividades culturales en distintos municipios. Pero me desencanté cuando al ver la vasta programación no vi por ninguna parte el lanzamiento de la convocatoria de las Becas Bicentenario prometida por Maylin. ¡Qué mejor ocasión para hacerlo que ésta!, pensé. ¡Qué oportunidad tan desperdiciada!, lamenté.

Espero que no estén pensando convocarlas en diciembre, cuando ya no haya tiempo para realizar un proyecto creativo serio y para que las pague el gobierno siguiente, porque a decir de Maylin: “este año ya no hay presupuesto para tanto artista”.

"No me crea tan pingo"

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